Colombia ha acabado de una vez por todas con el suspenso en torno al dilatado proceso para renovar su obsoleta flota de aviones de combate. El Gobierno de Gustavo Petro se ha decantado por los aviones Gripen, la oferta de la sueca Saab, para sustituir a los antiguos Kfir israelíes, a punto de cumplir su vida útil y repotenciados a más no poder. Los otros candidatos eran el Dassault Rafale, de fabricación francesa, y el F-16 estadounidense.
