Sábado 27 de enero de 1945. Medio día. Primo Levi observa los primeros soldados rusos que llegan a Auschwitz para liberarlos. Nunca pudo olvidar su cara. Eran cuatro jóvenes a caballo. Al aproximarse a las alambradas se detienen. Contemplan el panorama. No dejan de observar con extraño embarazo a los cadáveres descompuestos entre el gris de la nieve y los barracones en ruinas. Luego miran a Levi, Charles y los pocos supervivientes que se encontraban ahí frente a ellos.
