En una escena poco habitual, un responsable de la Policía Nacional sale de la sede que tienen en la calle de Guadalajara de Barcelona y le indica a tres chavales: “El metro está ahí abajo, es fácil”. Los jóvenes, ataviados con gorras, y vestidos con ropa deportiva, asienten, y emprenden una marcha silenciosa. “Nos han tratado bien”, dan por toda respuesta, cuando se les pregunta como ha sido la entrevista que acaban de mantener con los agentes para solicitar asilo. El grupo de 18 chavales, de entre 17 y 22 años, se presentó ayer a las ocho de la mañana en el edificio policial y pidieron ayuda. Contaron que pertenecían a un equipo de béisbol de Venezuela, y que habían viajado a España en un tour internacional. Ese mismo día tenían un vuelo de regreso a su país desde Madrid, que solo cogió el entrenador, Julio Guevara, y seis jóvenes más. “No estoy bien de salud”, argumenta el hombre, en conversación con EL PAÍS, sobre los motivos de su vuelta. Y defiende que los chicos solo han querido quedarse en España “para ver si podían ser contratados” por equipos aquí.
