Primero, el silencio manda. Incluso la joven mesera que corretea entre las mesas habla en susurros cuando se acerca a los invitados para consultarles si desean más bebidas. Sentada en un extremo de la sala, en una mesa que comparte con otras tres personas, África Marqués, de 29 años, no pestañea frente a su copia de tapa blanda de Emma, novela de Jane Austen. Únicamente el tintineo de una campana consigue devolverla al presente. Se acabó el tiempo de lectura, es hora de charlar con el resto de invitados. El ruido de las conversaciones va llenando la diáfana sala y el ambiente cobra la forma de una cafetería en su hora punta. Así son las fiestas de la lectura o reading parties.
