Lo peor del fútbol, la violencia, ha contaminado a parte de lo mejor de este deporte: la autogestión y el amor comunal a unos colores. El club Unionistas de Salamanca, en Primera RFEF, nació en 2013 como heredero de la histórica Unión Deportiva Salamanca, desaparecida. Unionistas brotó como un equipo de los socios para los socios, con estatutos rotundos: “Un socio, un voto”. Así lograron cuatro ascensos desde lo más bajo del balompié y fueron disfrutando de la gloria: visitas del Real Madrid y del FC Barcelona en Copa del Rey. Este buen ambiente se ha ido resquebrajando con la irrupción de ultras que han protagonizado episodios violentos, insultos y amenazas y espantando a los aficionados pacíficos. Un centenar de socios se ha quejado formalmente al club ante “un clima de hostilidad y violencia que no representa los valores de nuestra afición ni la esencia de Unionistas”.
